Como eje principal, se conservó el color morado ya que representa un sello visual distintivo de la marca. Sin embargo, se optó por una tonalidad más sofisticada "Lilia Francesa" para lograr una percepción visual más armónica. Se definió una paleta reducida, complementada únicamente por blanco, buscando no solo una solución estética elegante, sino también una implementación práctica en soportes impresos y digitales, reduciendo costos y facilitando la reproducción cromática.

El nuevo imagotipo fue desarrollado con base en criterios de síntesis visual, legibilidad y simbolismo. La forma resultante, de trazos curvos y orgánicos, representa un corazón que desemboca en una flor, evocando cariño, afectividad y una conexión directa con la naturaleza. Esta representación busca reforzar el valor emocional del trabajo artesanal sin caer en obviedades, aportando una identidad distintiva y versátil a la marca.

La tipografía, una modificación personalizada de Montserrat, fue elegida por su legibilidad, estructura geométrica y capacidad de adaptarse a distintos usos. Se ajustaron sus vértices y remates para proyectar una personalidad más amigable y cercana, sin comprometer su funcionalidad. En conjunto, estos elementos conforman un sistema gráfico sólido, escalable y coherente, alineado con los valores y la proyección futura del emprendimiento.

La marca se presenta en etiquetas, empaques, tarjetas, papelería corporativa y redes sociales, demostrando cómo su estética se adapta de forma natural a distintos soportes sin perder integridad. Estas aplicaciones refuerzan la personalidad visual de la marca y permiten que su identidad se perciba de manera consistente, profesional y emocional en todos los puntos de contacto con el cliente.

SIMPLE PERO
ACERTADO